La vida moderna nos ofrece posibilidades inmensas para desarrollar nuestras capacidades culturales y sociales. En la actualidad, los seres humanos disponemos de medios de transportes y comunicación, alimentos, medicinas, servicios y bienes de consumo que hace muy pocas décadas eran inaccesibles o simplemente no existían.

La parte positiva de todos estos avances conseguidos por la Humanidad está clara y solo nos falta esperar que llegue pronto al conjunto de la población.

Mientras hacemos todos los esfuerzos por poner en práctica los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU debemos prestar también mucha atención a cuidar nuestra salud con la prevención de algunos de los riesgos que no acechan a diario.

Uno de los problemas asociados a la vida moderna -no nos cansaremos de repetirlo- es la contaminación, y no solo nos referimos a la falta de calidad del aire provocada por la mala gestión de algunas industrias o la combustión de nuestros vehículos.

Quisiera hacer mención en esta ocasión a la exposición a productos tóxicos o peligrosos que vivimos en nuestros propios hogares. Los productos de limpieza que utilizamos a diario, las substancias químicas de nuestra ropa o incluso las pequeñas partículas que se desprenden de la capa antiadherente de nuestra sartén pueden estar perjudicando nuestra salud y la de nuestras familias.

La Fundación Vivo Sano puso en marcha en 2016 una interesante campaña de concienciación social que nos debería servir de referencia para evitar riesgos innecesarios.

El libro ‘Hogar sin tóxicos’, de Carlos de Prada (Editado por la Fundación Vivo Sano y disponible en edición electrónica de descarga gratuita aquí nos ayuda a descubrir muchos trucos para vivir de una forma más saludable.

 

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4 casos evidentes de exposición a sustancias potencialmente tóxicas que podríamos minimizar:

 1) BPA

Como hemos indicado en otras ocasiones deberíamos evitar el contacto con productos que contienen bisfenol A. En este caso, utilizando alternativas libres de esta substancia como las que ofrece Nalgene.

2) Insecticidas

La mayor parte de los productos que utilizamos en nuestros hogares y jardines son inocuos para los humanos pero, si es posible, ¿por qué no instalamos mosquiteras en las ventanas y reducimos al máximo el uso de aerosoles con este tipo de productos químicos?

En el caso de los repelentes de insectos que entran en contacto directo con la piel, la necesidad de precaución es incluso más elevada y deberíamos optar siempre por productos naturales.

3) Limpieza del hogar

La lejía, el amoniaco y el salfumán (ácido clorhídrico) se encuentra en la lista de productos que deberíamos controlar de forma estricta. Sobre todo, mucho cuidado con mezclar este tipo de productos porque los gases que se pueden producir son realmente peligrosos. La desinfección de algunos rincones de nuestra casa es  necesaria pero no hace falta convertir la cocina o el lavabo en quirófanos de alta seguridad.

Existen alternativas menos agresivas y peligrosas de hacer limpieza. Diversos estudios han demostrado durante los últimos años que la exposición constante a productos de limpieza es una causa importante en las enfermedades laborales de las personas que trabajan en este sector.

4) Perfluorados

En octubre de 2017, la revista científica Science of the Total Environment publicó un estudio liderado por investigadores del Centro Nacional de Sanidad Ambiental (CNSA, del Instituto de Salud Carlos III, en Madrid), en el que se presenta el primer el mapa de la contaminación por sustancias perfluoradas en España. Se trata de un  grupo de compuestos químicos artificiales son empleados en multitud de productos y procesos industriales desde finales de los años 1940.

Las características químicas de los perfluorados los convierten en los componentes ideales para la producción de productos repelentes al agua y al aceite, o resistentes a las manchas, como los utensilios de cocina antiadherentes -por ejemplo en las sartenes-, la ropa o incluso las bolsas de palomitas. Aunque aún no se tienen evidencias de los efectos en la salud de las personas para todos estos compuestos, dos de ellos –el sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA)– son sospechosos de representar un riesgo para la salud humana e incluso tienen riesgo de ser cancerígenos, a partir de un cierto nivel de concentración.

Siempre que sea posible deberíamos comprobar que -por poner un ejemplo- compramos y utilizamos sartenes de las que no se puedan desprender substancias de la familia de los perfluorados.

 

Minimiza tu exposición a substancias tóxicas con Nalgene

Las botellas Nalgene no contienen BPA. Con ellas, estás reduciendo la exposición al BPA, que, como hemos visto, es un químico que acaba teniendo efectos negativos en la salud a largo plazo. También es recomendable no comer ni cocinar alimentos en recipientes que contengan esta sustancia, como puedes leer en este artículo sobre alimentación sin tóxicos.